En este mundo podemos perderlo todo:
– El dinero: una quiebra y todos los ahorros desaparecen.
– La reputación: basta con ser víctima de una calumnia.
– El trabajo: el desempleo puede afectarnos rápidamente.
– La salud: puedo estar lleno de energía en la mañana… y en la tarde estar hospitalizado.
– Los amigos: conocer nuevas personas es fácil, ampliar la lista de amigos en las redes sociales también, pero conservar verdaderos amigos es otra cosa.
– Las relaciones familiares: ¡cuántas familias destruidas por separaciones o divorcios!
– La memoria: no hay que ser muy viejo para empezar a perderla.
– La vida: todo el mundo sabe que la vida puede terminar a cualquier edad. Por supuesto, preferimos no pensar en ello…
– El alma: un hombre muy previsivo, que creía estar protegido de toda mala sorpresa en el plano material, tuvo que escuchar estas solemnes palabras: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma” (Lucas 12:20). ¡Necio! ¿Será este el único epitafio que se pueda leer en nuestra lápida?
Sin embargo, la Biblia nos dice que hay algo que no podemos perder, un regalo de Dios que nada ni nadie nos puede quitar. ¡Este regalo es la vida eterna! Podemos obtenerla por la fe en su Hijo Jesucristo. ¿Lo ha aceptado como su Salvador?
2 Reyes 4:25-44 – Romanos 10 – Salmo 67 – Proverbios 16:21-22