O-hanami: esta palabra japonesa hace referencia a la costumbre de reunirse en familia o con amigos en primavera para admirar los cerezos en flor.
La Biblia nos habla de momentos de descanso y recogimiento. El manzano, al cual hace alusión el segundo versículo de hoy, representa al Amado, es decir, a nuestro Señor Jesucristo. Nos invita a apartarnos para descansar con él, bajo su sombra. El relato de Marcos 6 dice que Jesús envió a sus discípulos a predicar, luego ellos volvieron cansados y tristes por la reciente muerte de Juan el Bautista. Tuvieron la actitud correcta: se reunieron alrededor de Jesús y le contaron todo. Aprendamos a pasar tiempo con nuestro Señor; él siempre está dispuesto a escucharnos.
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar… el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). ¡El Señor siempre nos escucha!
Mientras guiaba al pueblo de Israel por el desierto, Moisés solía hablar con Dios. La Palabra incluso dice que Dios le hablaba como a un amigo. A menudo oramos para expresar nuestras necesidades, pero, ¿sabemos escuchar? Para ello, debemos guardar silencio, no centrarnos en nosotros mismos y en nuestras preocupaciones, sino en Dios. Necesitamos acallar nuestros pensamientos, nuestra agitación. Estamos a los pies de Jesús para saborear su presencia. A su lado, el cansancio y la amargura desaparecen. En la tranquilidad de su presencia, como bajo un árbol en flor, podemos olvidar todo y gustar la paz que él nos da por su obra en la cruz.
2 Reyes 3 – Romanos 8:28-39 – Salmo 66:8-15 – Proverbios 16:17-18