La Buena Semilla: Jueves 22 Mayo
Jueves
22
Mayo
Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?
Salmo 56:8
El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Romanos 8:26-27
Dios escucha nuestros suspiros

La Biblia nos dice que Dios escucha el clamor de los que sufren: “Este pobre clamó, y le oyó el Señor, y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:6). Dios escucha la oración (Salmo 65:2), como también los suspiros de sus hijos. Siempre está cerca. Por medio de Isaías envió a decir al rey Ezequías, quien estaba gravemente enfermo: “Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano” (2 Reyes 20:5).

Puede suceder que un creyente esté tan desanimado que ni siquiera pueda orar. Pero el Espíritu Santo que habita en él presenta sus verdaderas necesidades a Dios a través de “gemidos indecibles” a causa de su debilidad (Romanos 8:26). Esta intercesión del Espíritu toma el control de su espíritu desfallecido para traerle la paz y devolverle la confianza en el amor y la fidelidad de Dios.

“Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en el Señor” (Salmo 40:1-3).

“Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmo 34:18).

1 Reyes 18:1-19 – Marcos 16 – Salmo 62:1-4 – Proverbios 15:31-32