Algunas personas hablan con desprecio del «buen Dios». Para otras, ¡el «buen Dios» las tranquiliza! ¿Podría este buen Dios mandar al infierno a la gente honesta que da lo mejor de sí? ¡Imposible! Muchos piensan que él tendrá en cuenta los esfuerzos y las buenas obras de cada uno, y que todo terminará bien, ya que es «el buen Dios».
Sin embargo, esta expresión es incompleta, pues resalta la bondad de Dios mientras oculta su justicia y su santidad.
Dios es bueno, y es amor. También es luz, por lo tanto, es justo y santo (1 Juan 4:8, 1:5). Él no tiene por inocente al culpable (Éxodo 34:7). Todos hemos pecado (Romanos 3:23). Nuestros esfuerzos y buenas obras no pueden borrar ninguno de nuestros pecados, así que el cielo está cerrado para nosotros…
¿Qué hacer? Aquí está la respuesta de Dios: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Cristo soportó el castigo que nosotros merecíamos. Por ello Dios puede mostrar su amor y perdonar al pecador, en plena coherencia con su justicia y su santidad. Él es justo y justifica al que cree en Jesús (Romanos 3:26). Al que cree, le abre el cielo. Allí Jesús le ha preparado un lugar.
No nos hagamos ilusiones con la expresión «el buen Dios». Dios es el “Dios vivo y verdadero”. Recibamos con agradecimiento el perdón que nos ofrece gratuitamente, por pura gracia, en su inmensa bondad.
1 Reyes 5 – Marcos 8:1-21 – Salmo 53 – Proverbios 14:35