Después de las vacaciones de fin de año, los niños volvieron a la escuela:
–¡Buenos días, niños!, saludó la maestra. Díganme, ¿qué tal las vacaciones? ¿Qué recibieron en Navidad? ¡Yo les deseo un muy feliz año! El fin de semana celebraremos la fiesta de los reyes magos…
Hoy les traje este hermoso libro animado sobre los planetas.
–¿Un libro animado? Maestra, ¡en mi casa tengo un libro animado sobre Jesús!
–Yo también tengo un libro sobre Jesús, añadió otro niño.
–Muy bien, pero dejen a Jesús donde está, ¿de acuerdo?
Ahí se detuvo el diálogo… Dejar a Jesús donde está, ¿qué significaba esto para la maestra? Por lo menos para dos de sus alumnos, Jesús estaba muy presente, sobre todo en ese día que recuerda el nacimiento de Jesús. Aquellos magos del tiempo de Jesús hicieron un largo viaje para adorarle. ¡Para ellos Jesús tenía mucha importancia! (Lea Mateo 2:1-12).
Para muchos, dejar a Jesús donde está es dejarlo en la Biblia o en los libros de historia. ¡Pero él está realmente vivo! Vino a la tierra hace aproximadamente 2000 años y vivió más de treinta años. Fue clavado en una cruz y murió para salvarnos. Pero resucitó, y vive en el cielo. El cristiano guarda con gozo esta certeza en su corazón. ¡Sí, Jesús está en el cielo! ¡Y allí preparó un lugar para todos los que creen él, para que estén con él eternamente! (Juan 14:3).
1 Samuel 3 – Mateo 6:1-18 – Salmo 5:1-7 – Proverbios 2:6-9