Un año acaba de terminar y ha llegado la época de los balances. Ahora hay que sacar una conclusión del pasado y avanzar. Hubo cosas buenas y malas, satisfacciones y decepciones. ¿Descansaremos en nuestros éxitos o, por el contrario, empezaremos derrotados, seguros de que estamos condenados al fracaso?
Personalmente tuve problemas, como ustedes sin duda: preocupaciones, angustias, fracasos… pero también sueños y esperanzas.
Sin embargo, lo que me hace avanzar es la seguridad de que mi vida está en las manos de un gran Dios:
– Un Dios bueno que demostró su amor al dar a su Hijo Jesucristo, quien murió en la cruz para expiar nuestros pecados.
– Un Dios verdadero, que hace lo que dice.
– Un Dios fiable, que prometió ayudarme, y con quien puedo contar.
Mirando hacia atrás, puedo retener las enseñanzas que Dios me dio durante el año pasado, y puedo contar todas sus bendiciones en mi vida.
Si miro hacia adelante, Dios me da una esperanza para el futuro y un camino para el presente, es decir, vivir para honrar a Cristo. No me dice todo lo que sucederá durante este año, todo lo que me pasará, pero me asegura que lo veré obrando en mi vida.
Por lo tanto, estoy en seguridad, tranquilo, feliz, confiando en Dios.
Rut 4 – Mateo 4 – Salmo 3 – Proverbios 1:20-23