A principios del verano y de las vacaciones, en los lugares turísticos, cada día se proponen diferentes actividades: recreación, ferias, caminatas nocturnas, diversos espectáculos. Todo está bien organizado para que los días estén llenos de actividades. Las vacaciones están hechas para descansar, ¡pero por lo menos es necesario no aburrirse!
El cristiano recuerda las palabras de Jesús, quien invitó a sus discípulos a descansar cerca de él, en un lugar aparte. Lejos de la agitación del mundo, de su actividad estresante y de sus diversiones, sabe que el verdadero reposo es el de la conciencia y del corazón, cerca de Jesús.
El reposo de la conciencia se halla creyendo que “la sangre de Jesucristo… nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7), y que “justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
El reposo del corazón se vive en la comunión con el Señor. La tarde de su resurrección, el primer día de la semana, el Señor Jesús se presentó a sus discípulos y les dijo: “Paz a vosotros” (Lucas 24:36). Les mostró sus manos y su costado traspasados en la cruz, marcas del precio pagado para rescatarlos. Poco después volvió a presentárseles en la orilla de un lago, les preparó algunos peces y les dijo: “Venid, comed” (Juan 21:12).
Si tenemos vacaciones, aprovechémoslas para compartir con nuestros hijos, con hermanos en la fe, para reponer nuestras fuerzas cerca de Aquel que dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Jeremías 5 – Lucas 12:41-59 – Salmo 89:38-45 – Proverbios 20:18-19