Algunos historiadores niegan la realidad de la exterminación de los judíos por manos de los nazis. Sin embargo, esto ocurrió hace relativamente poco tiempo, y existen muchas pruebas de ello, especialmente los testimonios de sobrevivientes de los campos de concentración.
El hecho de querer dar una versión falsa de la historia no es nuevo. El evangelista Mateo nos cuenta que los principales sacerdotes y los ancianos de Jerusalén no querían que el pueblo supiese que Jesús había resucitado. Entonces sobornaron a los soldados para que dijesen que sus discípulos habían robado su cuerpo. Y los soldados, “tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy” (Mateo 28:15).
Mucha gente niega la realidad de la resurrección de Jesús, incluso en los países cristianizados, aunque esta fue confirmada por cientos de testigos. Sin embargo, esta realidad es el fundamento de la fe cristiana. Es la prueba de que la justicia de Dios fue satisfecha mediante el sacrificio de su Hijo; la resurrección asegura el perdón de los pecados y la vida eterna a todos los que depositan su confianza en Jesucristo.
¡Reflexionemos! La verdad histórica es lo que es; el hecho de negarla no cambia nada. En vez de poner en duda la resurrección de Jesucristo, examinemos las consecuencias de este hecho único en la historia. “Creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 Pedro 1:21).
Levítico 3 – Marcos 16 – Salmo 62:1-4 – Proverbios 15:31-32