En su vida en la tierra, Jesús encontró mucha oposición y sufrimientos. Sin embargo, algunos días antes de ser crucificado, explicó a los que le amaban cómo podían vivir gozosos con él:
– Dios Padre cuidaría de ellos como un viticultor se ocupa de su viña. El deseo de Dios es garantizar nuestro crecimiento para que produzcamos fruto (v. 1-2).
– El Señor iba a llevar en la cruz una vez por todas nuestros pecados para limpiarnos (v. 3).
– Los discípulos de Jesús debían tomar conciencia de que sin él no podían hacer nada que agradase a Dios. Pero confiando en él podrían hacer las buenas obras preparadas por Dios de antemano (v. 5).
– Podrían presentar sus peticiones a Dios y estar seguros de recibir una respuesta positiva para todas las súplicas hechas según su voluntad (v. 7).
– El Señor seguiría amándolos siempre y ellos tendrían que tratar de llenar sus corazones con este amor y vivirlo en el día a día (v. 9).
– Podrían servir al Padre (Dios) como el Hijo (Jesús) lo había servido, guardando todas las palabras que habían oído de él (v. 10).
Al igual que sus discípulos, a quienes poco después encontró dormidos debido a la tristeza, nosotros que creemos en Jesús quizá también hemos respondido mal a su invitación a vivir cerca de él y a gozarnos en él. Estemos más atentos a lo que Dios nos dice.
¡Tomemos aliento y gocémonos!
Isaías 61-62 – Marcos 12:1-27 – Salmo 57:6-11 – Proverbios 15:15-16