La Buena Semilla: Miércoles 9 Septiembre
Miércoles
9
Septiembre
Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Juan 17:3
Una gran incoherencia

Es sorprendente ver que muchas personas pasan su vida sin preocuparse por Dios o, incluso, negando su existencia. Sin embargo, consideran la posibilidad de ir al cielo después de su muerte porque dicen que no le hicieron mal a nadie. Esta actitud es la prueba de que hay un gran malentendido. El cielo es la morada, “el trono de Dios” (Mateo 5:34). ¿Cómo puede uno imaginar ser feliz en el cielo con un Dios al que ignoró durante toda la vida?

A menudo el hombre es incoherente, pero Dios no. Él es “Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:3-4). Pero si usted no quiere saber nada de él ahora, estará lejos de él durante la eternidad.

Para ir al cielo es necesario tener contacto con el que vive allá, hay que conocerlo personalmente. Recibimos este conocimiento mediante la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios. “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27).

Jesús nos lo reveló. Para ello aceptó dejar su condición gloriosa en el cielo y venir a la tierra. Al final de una vida de servicio, de sufrimiento y rechazo, pagó la deuda por nuestros pecados. Cada persona que cree en él entra en una relación filial con su Padre. Dios forma parte de su vida actual; así puede esperar con certeza el día en que será recibida en el cielo.

¡Seamos coherentes! Si queremos vivir un día con Dios en el cielo, ¡aprendamos desde ahora a conocer al Dios salvador por medio de Jesucristo!

Jeremías 41 – 1 Corintios 15:1-28 – Salmo 104:19-26 – Proverbios 22:29