La Buena Semilla: Viernes 12 Junio
Viernes
12
Junio
Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos.
Cantares 8:7
El matrimonio (3): la escuela del amor

Asociar las palabras matrimonio y amor debe ser una realidad. Pero es importante comprender de qué tipo de amor se trata. El verdadero amor encuentra su fuente en el Creador. “Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1 Juan 4:8-9). En mi relación con mi cónyuge, debo imitar el amor de Jesús, “el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Es un amor que se da enteramente al otro, sin cálculos ni reservas. Recordemos algunos caracteres de ese amor, subrayados por el apóstol Pablo: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).

El amor según Dios “se goza de la verdad” (amor y verdad van juntos). Las mentiras, la hipocresía, el ocultar las cosas, destruyen la confianza y no son más que un veneno peligroso para los cónyuges.

Muchas querellas provienen de los celos; pero existen otras causas como el orgullo o la soberbia, la ira, la burla, el ánimo altivo y la palabra áspera (Proverbios 13:10; 15:1, 18; 22:10; 28:25). Arrepentirse sinceramente del mal, juzgar el pecado desde la raíz y reconocer mutuamente sus propias faltas y pecados, es la condición indispensable para la armonía entre esposos. El amor “todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”… Es un desafío hermoso que Dios nos propone y él nos dará las fuerzas para lograrlo a diario.

(continuará el próximo viernes)

Levítico 22 – Efesios 1 – Salmo 69:29-36 – Proverbios 17:5-6