Los soldados romanos encargados de matar a Jesús no se conformaron con crucificarlo. Sabiendo que él había dicho que era el rey de los judíos, se burlaron horriblemente de su realeza. En lugar de un cetro, símbolo de autoridad, le dieron una caña, símbolo de debilidad. Le hicieron una corona de espinas que hirió su frente. Lo vistieron con un manto, probablemente una capa militar, cuyo color escarlata evoca la púrpura real. ¡Qué humillación!
Pero esta imagen vergonzosa no será la última que el mundo tenga de Jesucristo. El libro de Apocalipsis revela que Jesús volverá de forma gloriosa. El apóstol Juan relata su visión: “Vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es:
Isaías 1 – Hechos 28:1-16 – Salmo 37:23-29 – Proverbios 12:15-16